Productividad laboral, ¿cómo ésta se ve potenciada gracias a la ergonomía?

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Cada año se pierden 8.9 millones de días laborales debido a problemas musculoesqueléticos de los trabajadores, cifra que ha impulsado a cientos de empresas a optar por mobiliario ergonómico para contribuir con la comodidad y salud de sus funcionarios. Dada la reciente estimación de Health and Safety Executive, ahondamos en las patologías comunes que pueden desencadenar las malas posturas producto de sillas deficientes.

Los casi 9 millones de días de ausentismo sólo en Reino Unido ha encendido las alarmas en otras regiones, siendo Latinoamérica una de las más afectadas por sus índices de penetración a Internet. En especial en Chile – el uso de celulares, tablets y computadores – en horarios laborales se ha incrementado desencadenando una serie de problemas. Entre los más recurrentes mencionados en el estudio, 44% de ellos corresponden a dolores en la espalda alta, 36% a trastornos en el mismo sector y 20% de afecciones concentradas en el sector bajo.

Un mobiliario adaptado a las características fisiológicas de la persona podría aumentar la productividad laboral hasta en un 10%.

Las dolencias no sólo podrían focalizarse en la espalda sino en también en el cuello o ser patologías más específicas como tendinitis o síndrome del túnel carpiano. Otros sectores que también podrían verse afectados serías hombros y piernas, todo como resultado de mobiliario rígido, cuyo data sería de 3 años de uso en comparación de una ergonómica que podría alcanzar hasta 12 años de utilidad.

Sillas y luminaria intervienen en un mejor rendimiento

Una de las maneras más prácticas de prevenir las malas posturas es el reemplazo de la silla de trabajo por una ergonómica, que en general ofrecen regular de manera personalizada la altura del asiento y apoya cabeza, además de contar con un diseño adaptable a la forma de la espalda.

Lo que muchos desconocen es que el factor ergonómico en el ambiente laboral no solo tiene que ver con el asiento. El globo ocular también puede verse dañado producto de una mala luz ambiente al forzase demasiado la vista para enfocar y ver correctamente. Una mala iluminación podría tener como consecuencia fatiga y deficiencia visual.

Así por ejemplo, una persona a sus 60 años necesita un ambiente de trabajo más iluminado que una de 20 ya que los ambientes con mayor luminosidad elevan la claridad visual, agudeza y equilibran la sensibilidad al contraste y rapidez en la percepción de imágenes.

 

Fuentes:

Emol – https://bit.ly/2CfGjwI

El Economista – https://bit.ly/2yK4qpj

Noroeste – https://bit.ly/2CtTGNR

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